En un mundo empresarial cada vez más competitivo y cambiante, la innovación se ha convertido en una necesidad imperante. Ya no basta con seguir los lineamientos tradicionales ni con aferrarse a modelos de gestión probados; las organizaciones que aspiran a destacar y mantenerse relevantes deben fomentar actividades y eventos innovadores como una parte integral de su estrategia. Sin duda, la gobernanza empresarial moderna requiere de directorios conscientes de esta realidad, capaces de reflexionar sobre la importancia de adaptar sus acciones a los valores, objetivos y propósitos de la compañía.
En las últimas décadas, hemos sido testigos de cómo la creatividad y la innovación han cambiado la forma en que las empresas operan. Esto no solo incluye el desarrollo de productos o servicios, sino también la manera en que las organizaciones se relacionan con sus empleados, clientes y socios estratégicos. Las actividades y eventos innovadores —que abarcan desde talleres interactivos hasta congresos que incorporan tecnologías inmersivas como la realidad aumentada o experiencias gamificadas— permiten a las empresas destacar y conectarse más profundamente con sus públicos de interés.
El impacto de estas actividades va más allá de lo superficial. Primero, generan un entorno propicio para el aprendizaje y la colaboración. Los equipos internos, al ser parte de eventos creativos diseñados específicamente para alinearse con los objetivos de la compañía, no solo refuerzan su compromiso, sino que también encuentran nuevos caminos para resolver problemas o identificar oportunidades de crecimiento. Un ejemplo de ello es la implementación de hackatones internos, en los que se fomenta la resolución de desafíos empresariales a través de la creatividad colectiva.
Por otro lado, este tipo de iniciativas también repercuten positivamente en la percepción externa de la compañía. Los eventos innovadores diseñados para los clientes o el público en general pueden ser un poderoso diferenciador en un mercado saturado. Una experiencia única y bien alineada con los valores de la marca puede convertirse en un recordatorio permanente del compromiso de la empresa con la innovación, la calidad y la diferenciación.
Sin embargo, lograr este nivel de impacto requiere un liderazgo visionario. Aquí es donde los directorios tienen un rol clave. Los líderes de alto nivel deben estar al tanto de las tendencias, así como de las oportunidades que las actividades innovadoras pueden generar para la organización. Más importante aún, deben promover una reflexión activa sobre cómo estas acciones pueden contribuir al cumplimiento de la misión y los objetivos estratégicos de la empresa.
La gobernanza empresarial efectiva no consiste únicamente en la supervisión de indicadores financieros o en la implementación de políticas de control; implica también ser catalizadores de cambio. Los directorios deben asumir la responsabilidad de apoyar y priorizar iniciativas que impulsen la creatividad, tanto en lo interno como en lo externo. Esto requiere abrir espacios para la discusión sobre la importancia de diseñar actividades que no solo respondan a las demandas actuales del mercado, sino que también proyecten una visión a futuro.
Asimismo, es fundamental que los eventos y actividades estén alineados con la esencia de la compañía. No se trata de innovar por innovar; las propuestas deben reflejar los valores y objetivos estratégicos de la organización. Un evento innovador que no se ajuste a la cultura empresarial puede ser contraproducente y generar desconfianza entre los colaboradores y socios estratégicos. Por ello, la planificación debe ser rigurosa y contar con la participación activa de líderes que comprendan profundamente la identidad corporativa.
Por ejemplo, en una empresa comprometida con la sostenibilidad, un evento innovador podría centrarse en la integración de prácticas verdes, como el uso de materiales reciclables, paneles solares o tecnologías que minimicen el impacto ambiental. En este caso, la actividad no solo destacaría por su carácter innovador, sino también por reforzar el compromiso de la organización con una causa relevante.
En conclusión, las actividades y eventos innovadores no son un lujo ni una moda pasajera; son herramientas esenciales para la sostenibilidad y el crecimiento empresarial en el siglo XXI. Los directorios tienen la responsabilidad de reflexionar sobre su importancia y de fomentar un entorno que permita su diseño e implementación exitosa. En última instancia, estas iniciativas son una inversión en la reputación, el talento y el futuro de la organización, consolidándola como un referente en un mundo que premia la audacia y la originalidad.
Así, la gobernanza empresarial no solo asegura el cumplimiento de normas y objetivos, sino que también se convierte en un motor de transformación. Es tiempo de que los líderes empresariales comprendan que la innovación no solo es deseable, sino imprescindible. En sus manos está la oportunidad de trazar un camino hacia el éxito, donde cada actividad sea un reflejo del compromiso de la organización con su propósito y con un futuro lleno de posibilidades.
Francisco Matamoros S.
Director Ejecutivo ProEscénica
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